Al rato de terminar de dar
la merienda a mi hermana, mientras estoy sentada con Lucy en el sillón viendo
la tele, entra Lidia por la puerta tirando su mochila al suelo.
-¿Qué te pasa Lidia?- le
pregunto mirándola sorprendida.
-¿Y a ti q te importa?- me
responde cabreada-. ¿Se puede saber dónde están papá y mamá?
-Se fueron al teatro y nos
han dejado a cargo Lucia.
-Vale, pues muy bien-
concluye mientras sube corriendo hacia su habitación y se suelta su larga
melena pelirroja de la coleta. Su pelo siempre suele resaltar mucho en ella y
atraer a todos los chicos, que a la vez también se suelen fijar en sus
preciosos ojos azules.
Por mucho que Lidia y yo seamos
hermanas no veo el parecido que puede haber entre nosotras, ya que aparte del
pelo y los ojos, ella también es unos centímetros más alta que yo y también más
delgada. Y respecto a nuestra actitud también somos muy diferentes porque ella
es un poco descarada y no tiene sentido del humor, al igual que tampoco es muy
familiar porque siempre prefiere estar en la calle, al contrario que yo. Aunque
antes realmente no era así.
Me gustaría poder
preguntarla qué es lo que le pasa para que este tan cabreada, pero no me atrevo
porque últimamente no tenemos mucha confianza entre las dos y sé que si la
pregunto me va a responder mal. Supongo que la debe de haber ido mal en la
universidad aunque casi siempre que está en casa está de mal humor.
Mi hermana y yo ya no
solemos tener una conversación normal que implique consejos y guardar secretos,
pero antes de que naciese mi hermana Lucia solíamos hablar bastante y estábamos
muy unidas, eso me gustaba bastante la verdad, y por eso mismo ahora me siento
un poco sola, sin nadie a quién poder contar mis problemas.
Antes de que Lucia
naciese, Lidia y yo hablábamos y compartíamos risas pero desde que se enteró de
que mi madre estaba embazada ha cambiado completamente y no la apetece nunca
estar en casa y siempre que está aquí tiene un humor de perros. Creo que no la
sentó muy bien que mi madre decidiese seguir con el embarazo porque según he
oído alguna vez a Lidia, dice que ella no tiene el por qué aguantar cuidar de
un bebé y sus lloros ya que ella es demasiado mayor como para tener otra
hermana. También dice que ya tuvo que aguantar bastante conmigo y que ahora ya
es mayorcita y cuando sea madre cuidara a sus propios hijos, pero que en este
momento no quiere preocuparse de nadie que no sea ella. A mí la verdad es que no me gusta que piense
eso porque Lucia sigue siendo un regalo para mí y ella lo sabe, que es lo que más
me molesta porque ya no solo está cabreada por tener una hermana bebé sino que
a mí tampoco me soporta.
Y ahora mismo por mucho
que intentase hablar con Lidia sé que no podría y eso me entristece un poco. También
sé que tengo a mi amiga Paty y en ella siempre puedo confiar, pero ahora mismo
ella no está aquí y no puedo contactar con ella para hablar. Hace cuatro días
que Paty se fue a estudiar inglés durante un mes a Londres y apenas tiene
tiempo libre para que podamos hablar por ordenador, y por teléfono tampoco
podemos porque las llamadas son muy caras. Me encantaría poder conversar con
ella para contarla como ha ido mi primer día en el trabajo y lo de Alex y Mike,
al igual que también me gustaría poder contarle mi discusión con Diego para
poder desahogarme pero es imposible porque seguro que está liada y tampoco
quiero preocuparle con mis tonterías.
Paty y yo llevamos siendo
amigas desde la guardería y siempre hemos estado juntas, ella es como una
hermana para mí porque siempre he podido confiar en ella y apenas hemos tenido
discusiones desde que nos conocemos. Solo ha habido una cosa que nunca me he
atrevido a confesarla, y es que siempre la he tenido un poco de envidia porque allá
donde pisa arrasa y todo el mundo se fija en ella, mientras que yo suelo pasar
desapercibida y soy el segundo plato después de ella. Pero aun así siempre
hemos sido amigas y la quiero mucho, la verdad es que ella ha sido mi única
verdadera amiga, mi mejor amiga. Y aunque ella siempre tiene a su alrededor
gente a las que podría considerar amigas y se lleva bien con ellas, en ninguna
confía tanto como en mí y eso me alaga bastante.
Ahora extraño mucho a Paty
y estoy deseando volver a verle, aunque todavía tendré que esperar 24 días para
verle de nuevo, sé que se me van a hacer eternos y me sentiré más sola que
nunca pero tendré que aguantar y esperar con ansia su regreso.
La televisión se va a
anuncios y entonces miro a mi hermana y me doy cuenta de que se ha dormido,
asique le subo para tumbarle en su cuna y que siga durmiendo tranquilamente,
mientras yo me cojo un libro y me tumbo en la cama de mis padres para
observarle. Sé que mi madre no está todo el día encima de ella pero para una
vez que me toca cuidarle yo sola pues quiero hacerlo bien y no defraudar a mis
padres, ya que si algún día le pasase algo a mi hermana me daría algo.
La noche se va acercando y
cuando ya son las 9 pasadas llegan mis padres a casa y mi madre sube
sigilosamente a la habitación para no despertar a Lucia.
-¿Qué tal está mi
pequeña?- me pregunta en un susurro-. ¿Se ha portado bien?.
-Estupendamente mamá, no
ha dado ni una pizca de guerra- le respondo mientras se empieza a quitar la
ropa para ponerse otra más cómoda para cenar.
-Pues quédate un rato más
cuidándole para que no se despierte mientras yo preparo la cena- me dice
acercándose a la puerta-. ¿Dónde está Lidia?- añade al no verle por ningún
lado.
-Está en su cuarto, parece
que no ha venido de buen humor de la universidad.
Entonces observo como mi
madre se dirige a la habitación de mi hermana para hablar con ella y al final
oigo a lo lejos como terminan discutiendo, odio que mi hermana se comporte así
y ya no podamos ser la familia que éramos antes. Entonces decido levantarme y
cerrar la puerta del dormitorio porque me he cansado de oírlas discutir y no
quiero que despierten a Lucia.
Más o menos media hora
después oigo como mi madre me llama a cenar pero cuando bajo me encuentro a
todos en la mesa comiendo menos a Lidia que al parecer no quiere cenar. Por
tanto la cena transcurre tranquilamente y podemos mantener una conversación
normal entre todos los que nos encontramos en la mesa.
Después de terminar de
cenar subo a mi dormitorio y me meto un rato en el ordenador, a ver si consigo
hablar un rato con Paty, en realidad es lo que más deseo en este momento, necesito
hablar con alguna persona, aunque no le vaya a contar mis problemas para no
preocuparle necesito que por lo menos ella me cuente que tal por Londres para
conseguir distraerme.
Al abrir el MSN me
encuentro con que Paty no está conectada, si ya me lo temía yo, seguro que
tiene algo mucho mejor que hacer. Pero cuando voy a disponerme a apagar el
ordenador me encuentro con que mi novio está conectado y me habla, justamente
lo que menos deseo en estos momentos. Pero tampoco quiero darle un desplante e
irme sin hablarle no sea que se cabree.
-¡Hola mi amor! ¿Qué tal
estas?
-¡Hola cariño! Estoy bien-
le respondo con desgana y queriendo acabar la conversación.
-No te olvides que mañana
hemos quedado a las 5:30 en mi casa, menuda tardecita nos espera a los dos
solos en mi casa. Ponte guapa que te quiero admirar lo preciosa que eres- y
encima me pone un guiño de ojos.
Me empiezan a entrar unos
escalofríos por todo el cuerpo, la verdad es que no me apetece quedarme a solas
con él porque sé lo que querrá hacer y a mí no me apetece nada. Entonces me
despido de él y le digo que mañana nos veremos. Me tumbo en la cama y me
dispongo a intentar dormir aunque ya me ha puesto nerviosa y no consigo
conciliar el sueño con tanto pensamiento pero aun así lo intento, deseando que
el día de mañana no llegue nunca.
La noche transcurre
tranquilamente y aunque me cuesta varias horas dormirme, cuando lo consigo no
me despierto en toda la noche hasta que me sobresalta el pitido de mi móvil un
rato antes de que suene mi despertador. A ver a quién se le ocurre mandarme un
mensaje a estas horas de la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario