Hace un día muy soleado y
yo camino hasta introducirme por las aguas cristalinas del lago que tengo en
frente de mis ojos. Hoy hace un calor de estos que agobian mucho, por lo que el
agua fresca del lago es un gusto. Las preciosas cascadas que me encuentro al
fondo me transmiten tal relajación que solo se experimenta muy pocas veces. Voy
introduciéndome poco a poco en el lago pero cuando el agua me llega un poco mas
arriba de la cintura entonces me detengo para poder apreciar el paisaje tan
bonito que tengo a mi alrededor. De repente alguien me sobresalta por la
espalda mientras me abraza y me empieza a besar por el cuello, entonces me voy
a dar la vuelta para poder ver quién es cuando de repente oigo un extraño ruido
a lo lejos.
El timbre de casa consigue
despertarme de este bonito sueño que estaba teniendo. Me levanto todavía
adormilada y me pongo las chanclas pero termino poniéndomelas del revés, por lo
que me las quito y finalmente bajo a abrir la puerta descalza y tropezándome a
cada paso que doy, tanto que casi acabo bajando las escaleras rodando. Juro que
mato a la persona que esta llamando tan insistentemente a la puerta y que
encima ha conseguido despertarme justo el único día que podía descansar hasta
que yo quisiese.
-¡Ya era hora!- dice mi
hermana Lidia cuando abro finalmente la puerta y me la encuentro parada ante mí-.
Se me habían olvidado las llaves en casa y ya pensaba que no habría aquí nadie
y me tendría que quedar esperando en la puerta hasta que llegase alguien.
-Pues ya podrías haberte
acordado, que me has despertado- la respondo con un poco de mal humor mientras
entra por la puerta.
-Anda, anda, si ya casi es
mediodía- me dice riéndose de mi mal humor de recién levantada.
-¿Cómo? ¿Ya es tan tarde?-
la pregunto sin creerme que haya podido dormir tanto-. Aun así me has
despertado en la mejor parte del sueño, iba a descubrir quien era la persona
que me estaba besando en el cuello- continuo haciéndola ver que aun sigo un
poco cabreada, a lo que ella responde con una carcajada.
-Creo que estás muy
necesitada cariño- me responde y se dirige después hacia la cocina.
-Si me esperas a que me
duche entonces desayunamos juntas- la digo subiendo ya por las escaleras.
-Vale, pero date prisa que
tengo hambre.
Me doy una ducha relajada
con agua muy caliente, como a mi me gusta. Quince minutos después me dirijo
hacia mi habitación a vestirme, pero el buen humor con el que me he levantado
consigue que tenga ganas de arreglarme un poco aunque solo vaya a trabajar esta
tarde. Por lo que finalmente me pongo unos shorts blancos con una camisa rosa
palo ceñida y unas sandalias del mismo color. Me dirijo de nuevo al baño a
secarme el pelo pero también me apetece ir hoy un poco diferente, con lo cual
termino echándome espuma para rizarme el pelo. Siempre que me encuentro de buen
humor me gusta pensar en mi y arreglarme, por tanto hoy no voy a dejar que nada ni nadie me fastidie
el día asique me prometo no pensar en nada relacionado con el amor.
Cuando bajo a la cocina me
encuentro con que mi hermana ha preparado churros con chocolate para que
desayunemos las dos, tienen muy buena pinta por lo que me dispongo a sentarme
rápidamente en la mesa para empezar a comérmelos.
-¿Dónde están mamá y
Lucía?- pregunto curiosa porque no las he visto.
-Ha ido a llevar mama a
Lucía al medico porque tenia revisión, no creo que tarden mucho en llegar- me
responde y aunque veo que las cosas están mejor entre nosotras creo que todavía
la va a costar un poco asimilar a la pequeña Lucía-. Bueno, ¿Y como es que te
has puesto hoy tan guapa? ¿No iras a ver a alguien especial?- me pregunta
cambiando de tema.
-Nooo- respondo y suelto
una carcajada-. Creo que me merezco arreglarme de vez en cuando aunque no vaya
a ver a nadie especial.
-Por supuesto, y me alegro
muchísimo de que lo hayas decidido- me dice sonriendo.
Seguimos hablando durante
un rato más hasta que por fin terminamos de desayunar y nos ponemos a recoger
los platos e utensilios que hemos utilizado.
-Creo que se me ha
olvidado decírtelo-me dice Lidia cuando estoy a punto de salir por la puerta-.
No hagas planes para este fin de semana.
-¿Ah no? ¿Ya has pensando
tú en algo?- la pregunto curiosa.
-Viene la Prima Astrid
desde París y se va a quedar con nosotros.
-No me lo puedo creer, eso
es una noticia genial- añado llena de felicidad porque Astrid es mi prima
favorita y llevo muchísimo tiempo sin verla.
Mi prima tiene 19 años y
es un poco rebelde, siempre lo dice todo el mundo, pero también es muy
agradable y buena persona. La verdad es que la tengo que agradecer muchas cosas
porque ella fue una de las personas que me ayudo a decidirme para que
finalmente saliese con Diego y, aunque ahora todo eso ha cambiado y no quiero
seguir con él, todavía debo agradecérselo porque he pasado unos meses muy
bonitos y los recuerdo como unos de los mejores de mi vida. Mi prima y yo
siempre hemos estado muy unidas al igual que con mi hermana y hemos compartido
muchos momentos juntas, tanto que de pequeñas nos llamaban las tres mellizas
como en la serie de televisión. Pero desde que hace casi ocho años se fue a
vivir con sus padres a Francia porque a mi tío le trasladaron en el trabajo
siempre la he echado mucho de menos y he extrañado los momentos que pasábamos juntas,
pero aun así siempre que tenemos la oportunidad nos vemos y hablamos prácticamente
todas las semanas.
Astrid es bastante alta y
tiene una gran melena pelirroja y rizada que la llega por la cintura, también
tiene un cuerpo de Barbie y unos preciosos ojos azules, el deseo de cualquier
chico pero ella ya esta cogida desde hace cuatro años con su novio Marius y
parece ser que esta historia es seria y terminaran llegando lejos, como desearía
yo también encontrar a alguien y poder ser tan feliz como mi prima.
Subo a mi habitación para
hacer la cama y colocarla un poco ahora que tengo tiempo y no sé que hacer.
Mientras estoy terminando oigo que mi madre llega a casa, por lo que salgo
corriendo para ver a mi hermanita y cogerla en brazos.
-¿Cómo está la cosita mas
bonita de esta casa?- la pregunto al cogerla y darla un gran beso en la
mejilla-. Por cierto mamá, hoy no me prepares comida- digo ahora dirigiéndome hacia
mi madre.
-¿Y eso? ¿Has quedado con
tu novio?- me pregunta sorprendiéndome.
-No es eso, mamá- respondo
con la voz un poco amarga-. Dentro de un rato me tengo que ir a trabajar asique
me llevare un bocadillo y me le comeré por el camino- añado con una sonrisa
para que mi madre no sospeche nada.
-Esta bien, pero de todas
formas te le tengo que preparar- me dice dirigiéndose hacia la cocina-. Quédate
un rato con Lucía mientras yo te hago el bocadillo.
Me dirijo hacia el salón con
mi hermana y pongo los dibujos para entretenerla mientras la hago cosquillas y
pedorretas en la tripa a la vez que ella se ríe a carcajadas. Me encanta pasar
el rato con ella, de esta forma siempre tengo una gran sonrisa.
-Sandra, ten cuidado de no
alterarla mucho no sea que vaya a vomitar todo lo que ha comido- me dice mi
madre todavía desde la cocina, y un segundo después, ya en la puerta del salón,
añade-. Toma tu bocadillo y no te retrases mucho esta noche para la cena.
-Está bien- respondo levantándome
del sillón y dándole a Lucia a mi madre para que la coja en brazos.
Vuelvo a subir a mi habitación
para coger el móvil y el monedero pero justo cuando estoy a punto de salir se
me ocurre una idea y me dirijo al baño para pintarme un poco la raya de lo ojos
y la sombra, a la vez que me añado un poco de brillo en los labios. Para estar
realmente guapa lo tengo que estar en todos los sentidos y así me dirijo de
nuevo al trabajo pensando en lo que me deparara la tarde y quien será quien me
acompañe hoy en la tienda o si me volverá a tocar estar de nuevo sola con la señorita
Claudia, pero una cosa sí tengo clara, hoy voy a ser feliz y nada ni nadie me
va a fastidiar el día.
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